Erase una vez que se era un mendigo (lo recordáis ), vestido de harapos, sin mas bienes que un uso de la palabra algo extenso fruto de la lectura que hace tiempo abandonó, una sonrisa ni fea ni bonita ni fu ni fa, una pose de malote que ni el mismo se creía y, dicen, unos ojos sin mas belleza que saber mirar y, lo más importante tal vez, una falta de conocimiento, rozando la locura, quien sabe si la idiotez. Como ya sabréis ek mendigo aquél conquistó a su princesa, la amó lo mejor que supo y la ama lo mejor que sabe, la cuidó lo mejor que pudo y la cuida lo mejor que puede, se casó (como lo leéis ) y eram y esm y será feliz en su matrimonio. Pero hete aquí que el mendigo aquél, presa tal vez de su propia felicidad, de la seguridad, del tiempo, de la puta crisis o quien sabe si de la torpeza inherente al ser humano sobre todo si es del género masculino, descuidó, cual jardinero novato, el precioso jardin que la suerte y su insistencia le regalaron, tal vez, sencillamente solo se creyó principe. Pero no asustarse, el mendigo aquél ayudado como no por la bella princesa, por el poco resto de inteligencia que aun conservaba, o por el punto de locura que nunca llegó a perder, cayó en la cuenta de tamaño error.
Es por ello que, gracias sobre todo a ti, este cuento no ha hecho mas que "recién empezar ".
Continuará ......,.,
P.D, Disculpen sus mercedes las posibles faltas de ortografía ..., puta tablet
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